El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, lanzó una firme advertencia al régimen de Nicolás Maduro tras el ataque militar estadounidense contra una embarcación venezolana en el Caribe, que dejó once muertos y marcó el inicio de una escalada en la lucha contra el narcotráfico. Hegseth afirmó que “este es solo el principio” de las operaciones contra “narcoterroristas”, y subrayó: “Maduro tiene algunas decisiones que tomar”. El funcionario detalló que Washington mantendrá activos aéreos, navales y submarinos en la región, advirtiendo que cualquier otra embarcación involucrada en el tráfico de drogas “correrá la misma suerte”.
El incidente ocurrió el martes, cuando fuerzas estadounidenses atacaron un barco en aguas internacionales del Caribe, que según el presidente Donald Trump transportaba narcóticos ilegales con destino a EE.UU. y pertenecía al Tren de Aragua, designado como organización terrorista por Washington.
Trump compartió un video del ataque en su red Truth Social, donde se ve una lancha a alta velocidad siendo impactada y hundida, resultando en la muerte de once “terroristas” sin bajas estadounidenses.
“Que esto sirva de aviso a cualquiera que esté considerando importar drogas a Estados Unidos. ¡CUIDADO!”, escribió el mandatario, vinculando directamente al Tren de Aragua con el control de Maduro y acusándolo de asesinatos en masa, tráfico de drogas, trata sexual y terrorismo en el hemisferio occidental.
El secretario de Estado, Marco Rubio, confirmó el operativo como un “ataque letal” contra un barco operado por una organización narcoterrorista que zarpó de Venezuela, reiterando el compromiso de usar “todo el poder de América” para erradicar estos carteles. El Pentágono se abstuvo de proporcionar detalles sobre la base legal del ataque, la cantidad de drogas o intentos previos de detención, lo que ha generado dudas sobre la estrategia. Analistas como Phil Gunson del International Crisis Group cuestionan la narrativa de un “monolítico cartel narco-terrorista” bajo órdenes de Maduro, aunque reconocen la tolerancia del régimen hacia actividades criminales en su territorio.
La ofensiva forma parte de un despliegue masivo en el Caribe, incluyendo buques como el USS Iwo Jima, USS San Antonio, USS Fort Lauderdale, destructores como USS Jason Dunham y USS Gravely, un crucero USS Lake Erie, y un submarino nuclear, con unos 4.000 marines y vehículos anfibios. Este movimiento responde a la designación en febrero de grupos como Tren de Aragua y Cártel de los Soles como entidades terroristas, acusando a Maduro de liderar el último.
Las reacciones en América Latina no se hicieron esperar. Maduro calificó el ataque como una “amenaza extravagante, injustificable, inmoral y absolutamente criminal”, comparándola con la crisis de los misiles en Cuba de 1962, y afirmó que Venezuela responderá con “lucha armada” si es agredida. “Aunque nos pongan 10.000 misiles en la cabeza, los venezolanos seremos respetados”, desafió, insistiendo en que EE.UU. apunta 1.200 misiles con ocho barcos y un submarino nuclear.
Este episodio eleva las tensiones entre EE.UU. y Venezuela, rotas diplomáticamente desde 2019, y podría marcar un cambio en la estrategia antidrogas de Washington, pasando de interdicciones a acciones letales directas.