En un paso audaz hacia la desinflación y la reactivación del crédito, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) anunció este jueves una baja significativa en las tasas de referencia, reduciendo la tasa de política monetaria del 40% al 35% anual. La medida, que impacta en pases, Leliqs y otros instrumentos de esterilización, se enmarca en el éxito de las reformas del gobierno de Javier Milei y busca reordenar el esquema de tasas de todo el sistema financiero, incentivando préstamos productivos y atrayendo depósitos en un contexto de inflación en descenso y reservas fortalecidas por apoyos internacionales.
La decisión del BCRA, comunicada a través de la Comunicación “A” 8076, establece una tasa de referencia unificada en 35% para operaciones de corto plazo, bajando 5 puntos respecto al nivel previo. Esto implica ajustes inmediatos en los pases pasivos (del 38% al 33%), las Leliqs (del 42% al 37%) y las Notas del BCRA (del 40% al 35%), herramientas clave para absorber liquidez y controlar la base monetaria. “Con la inflación mensual en 2,7% y el crawling peg estabilizado, es momento de relajar el sesgo contractivo sin perder anclas”, explicó Miguel Pesce, presidente del BCRA, en un breve despacho desde la sede central. Pesce, designado en el arranque de la gestión Milei, subrayó que esta baja “no es un capricho, sino una respuesta técnica al superávit fiscal y al ingreso de dólares vía exportaciones y multilaterales”.
El anuncio llega en un pico de optimismo económico: las reservas brutas del BCRA superan los USD 40.000 millones gracias al boom agroexportador (US$ 4.100 millones inscritos en una semana sin retenciones) y los swaps con EE.UU. y China. Analistas del mercado ven en esta movida un “pivote histórico” hacia la normalización: “Se espera un reordenamiento de todo el sistema, con tasas activas bajando del 60-70% al 50-55% en plazos fijos y préstamos comerciales, lo que podría desatar un crédito reprimido de hasta USD 10.000 millones en PyMEs”, proyectó Andrés Reschini, de F2 Soluciones Financieras, en diálogo con LA NACION. Reschini advirtió, sin embargo, que “el riesgo es una fuga de depósitos si no se acompaña con incentivos fiscales; el Gobierno debe mover rápido en eso”.
El impacto se siente ya en los mercados: los bonos soberanos en dólares subieron un 4% en la apertura, el Merval avanzó 3,2% y el dólar mayorista se mantuvo estable en 1.355 pesos, extendiendo su baja semanal de 106 pesos. En el sector bancario, entidades como el Galicia y el Macro reportaron un incremento del 15% en consultas por créditos productivos, anticipando un “efecto dominó” en tasas de usura y financiación. “Esto alinea a Argentina con economías emergentes donde el costo del dinero no asfixia el crecimiento”, agregó Christian Naud, de Portfolio Personal Inversiones, quien estimó una caída adicional de 3-5 puntos en las tasas de referencia para noviembre, condicionada al cierre de la revisión del FMI.
Desde la Casa Rosada, el ministro de Economía, Luis Caputo, celebró la medida como “otro ladrillo en la construcción de la prosperidad”: “Bajar tasas no es populismo; es libertad para que el sector privado invierta sin el yugo del Estado”. La baja se produce en sintonía con el respaldo de Kristalina Georgieva en Nueva York, donde Milei avanzó en desembolsos por USD 4.700 millones, y el premio “Global Freedom Award” de Scott Bessent, que valida la agenda de desregulación.
Expertos coinciden en que este reordenamiento podría catalizar un PBI trimestral positivo por primera vez en dos años, aunque persisten desafíos como la moción contra el jefe de Gabinete en el Congreso y la volatilidad electoral. En un panorama de reformas que ya impulsaron un rally en bonos y acciones, la señal del BCRA es clara: la normalización monetaria no es un sueño lejano, sino un proceso en marcha. Para el ecosistema financiero argentino, el mensaje es de alivio: las tasas bajan, y con ellas, las cadenas que atan el crecimiento.