En un respiro para las arcas del país en medio de la tormenta económica, Argentina registró un superávit comercial de US$ 1.402 millones en agosto, el más alto desde diciembre del año pasado. La cifra, divulgada este jueves por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), refleja un acumulado anual de US$ 5.071 millones y se erige como un pilar clave en la estrategia del gobierno de Javier Milei para acumular divisas y sostener el dólar oficial en un contexto de restricciones cambiarias y ajuste fiscal.
El dato llega en un momento delicado para la economía argentina, marcada por una recesión que arrastra el consumo interno y un riesgo país que superó los 1.400 puntos esta semana. Sin embargo, el saldo positivo en la balanza comercial –diferencia entre exportaciones e importaciones– ofrece un colchón de reservas al Banco Central, que podría facilitar el pago de deudas externas y amortiguar presiones inflacionarias. “Este superávit no es solo un número: es oxígeno para la estabilidad macro”, comentaron fuentes del Ministerio de Economía, aunque el Ejecutivo mantiene un perfil cauto ante las elecciones de octubre.
Las exportaciones totalizaron US$ 7.865 millones en agosto, un robusto avance del 16,4% interanual, impulsado por la devaluación inicial del año y la demanda externa por commodities agrícolas e industriales. Este crecimiento marca el cuarto mes consecutivo de alzas en las ventas al exterior, un signo de resiliencia en sectores como el agroexportador, que representa cerca del 60% del total. En tanto, las importaciones escalaron a US$ 6.463 millones, con un incremento que duplicó el de las exportaciones –alrededor del 32%–, atribuible a la reactivación parcial de la industria y la necesidad de insumos energéticos y maquinaria para el ajuste productivo.
Comparado con julio, cuando el superávit fue de US$ 1.200 millones, el salto de agosto evidencia una brecha que se ensancha gracias a la contención de compras externas, alineada con las políticas de importación selectiva del gobierno. El acumulado de enero a agosto –US$ 5.071 millones– ya supera en un 20% el del mismo período de 2024, un logro que contrasta con la caída del PBI estimada en 3,5% para el año por el FMI.
Para el gobierno de Milei, que apostó por el “déficit cero” y la apertura comercial gradual, este superávit refuerza la narrativa de recuperación exportadora. Analistas consultados por este medio destacan que el boom de ventas al exterior –liderado por soja, carne y petróleo– compensa la contracción del mercado interno, pero advierten sobre la vulnerabilidad: “Las importaciones crecen porque la industria necesita insumos para no colapsar, pero si la demanda global por commodities flaquea, el superávit podría evaporarse”, explica Javier Ivoski, economista de la consultora LCG.
En el contexto de la administración mileísta, el dato llega como un bálsamo ante los reveses legislativos recientes, como el rechazo a vetos presupuestarios que amenazan el ajuste. Economistas independientes ven en el acumulado anual un “escudo” para negociar con el FMI, potencialmente desbloqueando un desembolso de US$ 4.700 millones en el marco del acuerdo de facilidades extendidas. No obstante, persisten sombras: la inflación de agosto, estimada en 4,5%, y la pobreza por encima del 50% limitan el impacto positivo en el bolsillo de los argentinos.
El sector privado celebra el avance. La Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA) lo calificó de “impulso vital” para la competitividad, aunque urge mayor inversión en infraestructura portuaria para sostener el ritmo. Mientras tanto, el mercado financiero reaccionó con moderado optimismo: el bono AL30 subió un 1,2% en la rueda de hoy, en un día de volatilidad general.
Con las PASO a la vuelta de la esquina, el superávit comercial se perfila como un argumento electoral para el oficialismo, que busca contrarrestar críticas por el “ajuste salvaje”. Proyecciones de la Secretaría de Comercio Exterior estiman un cierre anual por encima de US$ 8.000 millones, siempre que se mantenga la estabilidad climática para la cosecha gruesa y no escalen tensiones geopolíticas en los mercados globales.