Curaçao y Trinidad y Tobago han permitido que Estados Unidos utilice sus territorios para operaciones en el mar Caribe: Estas operaciones se dan en en el contexto de la lucha contra el narcotráfico y la presión sobre el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Según reportes, Curaçao ha confirmado que permitirá escalas logísticas de buques estadounidenses en su capital, Willemstad, aprovechando instalaciones que el Comando Sur de EE. UU. ha utilizado desde hace años, dado que la isla está a solo 60 km de Venezuela. Esto la convierte en un punto estratégico para patrullaje y abastecimiento.
Por su parte, Trinidad y Tobago, bajo el liderazgo de la primera ministra Kamla Persad-Bissessar, ha respaldado el despliegue militar estadounidense, ofreciendo su territorio como base de operaciones en caso de que Maduro ataque Guyana, en medio de tensiones por la región del Esequibo. Este apoyo se enmarca en una operación naval de EE. UU. que incluye destructores como el USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson, un submarino, aviones de vigilancia y unos 6.700 marines, enfocada en combatir cárteles como el de los Soles, señalado como parte del régimen venezolano.
Ambos países ven estas operaciones como una respuesta a la creciente violencia y crimen organizado en la región, aunque críticos, como Venezuela y Cuba, denuncian estas acciones como una amenaza a la estabilidad regional y una forma de intervención imperialista
