– En un giro que sacude las relaciones hemisféricas, Hugo “El Pollo” Carvajal, exjefe de inteligencia militar venezolana y figura clave del chavismo durante dos décadas, rompió su silencio con una carta abierta dirigida al presidente Donald Trump. La misiva –fechada el 2 de diciembre– confiesa la transformación del régimen de Chávez y Maduro en una “organización criminal” dedicada al narcoterrorismo, espionaje y manipulación electoral, con un enfoque explícito en dañar a Estados Unidos.
Resumen de la Carta:
Cuatro Pilares de la Amenaza Chavista Carvajal, preso en EE.UU. tras declararse culpable de narcoterrorismo, escribe desde la cárcel para “exp i ar mis culpas” y alertar sobre los peligros que presenció. Rompió con Maduro en 2017 y huyó, convirtiéndose en “enemigo” del régimen. 7
Su carta, traducida al español, se estructura en cuatro ejes que pintan a Venezuela como un hub de guerra asimétrica contra Washington:
– Narcoterrorismo y el Cártel de los Soles: Carvajal detalla cómo Chávez, asesorado por Cuba a mediados de los 2000, convirtió al gobierno en una red criminal que usa drogas como “arma contra EE.UU.”. Coordina con FARC, ELN, operativos cubanos y Hezbolá, proporcionando armas, pasaportes e impunidad. “Las drogas que llegaron a sus ciudades no fueron accidentes”, afirma, incriminando directamente a Maduro y Diosdado Cabello.
– Tren de Aragua y Exportación de Caos: Confiesa su rol en la organización de bandas como el Tren de Aragua, ordenada por Chávez para “proteger la revolución” con impunidad a cambio de lealtad. Bajo Maduro, se amplió para perseguir exiliados y bajar estadísticas de crimen interno. “Se ordenó enviar miles de miembros fuera del país”, dice, culpando al régimen por infiltrar operativos en EE.UU. durante la era Biden-Harris. Financiados por secuestros, extorsiones y asesinatos, estos actos son “ordenados por el régimen”.
– Espionaje y Contrainteligencia: Revela intervenciones rusas en cables submarinos de internet para penetrar comunicaciones de EE.UU., y un puesto de escucha en La Orchila que advirtió a Maduro en 2015 (sin éxito). Cuba y Venezuela enviaron “miles de espías” a EE.UU., disfrazados de opositores o integrados en la política. Peor aún: “Diplomáticos estadounidenses y oficiales de la CIA fueron pagados para ayudar a Chávez y Maduro”, algunos aún activos.
– Smartmatic y Manipulación Electoral: Admite que colocó al jefe de informática del CNE para manipular el sistema, exportado luego a EE.UU. “El sistema puede ser alterado; esto es un hecho”, asegura, advirtiendo de relaciones con funcionarios electorales y empresas de votación en suelo americano. Cierra respaldando las políticas de Trump como “necesarias y proporcionales”, ofreciéndose para más detalles. “El régimen no es hostil: está en guerra con ustedes, usando drogas, pandillas, espionaje e incluso sus procesos democráticos como armas”.
Análisis:
Un Testimonio que Podría Cambiar el Tablero Geopolítico Esta carta no es solo una confesión personal –Carvajal busca redención tras su captura en España en 2019 y extradición–, sino un dossier estratégico que valida acusaciones de inteligencia estadounidense desde hace años.
Publicada en vísperas de la transición Trump (enero 2026), llega en un momento de máxima tensión: con Venezuela exportando migración y crimen, y aliados como Colombia bajo Petro cuestionando la “paz total” con narcos.
El testimonio de Carvajal no es solo una confesión individual; es la radiografía de un Estado capturado que mutó de proyecto ideológico a una empresa criminal transnacional. Durante más de dos décadas, el chavismo construyó una red que combina narcotráfico, terrorismo y espionaje bajo la fachada de una revolución, utilizando las propias instituciones venezolanas y la porosidad de las fronteras para proyectar daño directo al corazón de Estados Unidos. Lo más grave: lo hizo con complicidades internas en Washington y con la tolerancia de gobiernos regionales que prefirieron mirar para otro lado.
En un contexto donde Trump regresa al poder con la promesa de restaurar la seguridad hemisférica, esta carta puede convertirse en la pieza que faltaba para justificar una política de máxima presión, incluso de confrontación directa, contra el régimen de Maduro y sus socios cubanos. Si la administración entrante decide actuar con decisión, el 2026 podría marcar el fin del ciclo chavista tal como lo conocemos; si opta por la cautela, el peligro que describe Carvajal seguirá creciendo en silencio, pero con consecuencias cada vez más visibles en las calles de todo el continente.
