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27-octubre-2025 HOY

La educación financiera gana terreno en Argentina para empoderar a las nuevas generaciones

La importancia de formarse en materia financiera en un país históricamente convulsionado por las crisis
En un país donde la inflación y la incertidumbre económica son una constante, la educación financiera comienza a abrirse paso en las aulas argentinas como una herramienta clave para formar ciudadanos más preparados frente a los desafíos del dinero. Un reciente informe destaca el avance de programas educativos que buscan enseñar a niños y jóvenes a gestionar sus finanzas, ahorrar e invertir, en un esfuerzo por romper el ciclo de decisiones improvisadas que a menudo marcan la relación de los argentinos con la economía.
 
La iniciativa, impulsada por el Banco Central (BCRA), el Ministerio de Educación y entidades privadas como bancos y fintech, ya alcanza a más de 150.000 estudiantes de escuelas primarias y secundarias en todo el país, según datos oficiales. En provincias como Mendoza, Córdoba y Santa Fe, los contenidos financieros se integran en materias como Matemática y Ciencias Sociales, abordando desde conceptos básicos como el presupuesto familiar hasta nociones más complejas como el interés compuesto o la inversión en activos. “Queremos que los chicos entiendan que el dinero no es un fin, sino una herramienta para planificar su futuro”, señaló Ana López, coordinadora de un programa piloto en escuelas porteñas.
 
El contexto económico, con una inflación que en 2025 ronda el 40% anual según proyecciones privadas, subraya la urgencia de esta transformación educativa. En Argentina, solo el 28% de los adultos tiene conocimientos financieros básicos, según un estudio de la OCDE, y apenas el 17% ahorra regularmente. Este déficit se refleja en decisiones como el endeudamiento excesivo o la falta de planificación a largo plazo, problemas que los impulsores de la educación financiera buscan revertir desde la base. “Enseñar a un adolescente a leer un extracto bancario o a calcular el costo real de un préstamo es tan importante como enseñarle historia o literatura”, afirmó Martín Fernández, economista y capacitador del programa “Finanzas en el Aula” del BCRA.
 
El impacto ya se siente en experiencias concretas. En una escuela secundaria de Lanús, estudiantes de 16 años diseñaron un “presupuesto simulado” para una familia tipo, aprendiendo a priorizar gastos y a diferenciar entre necesidades y deseos. En Mendoza, un proyecto de Junior Achievement permitió a alumnos de cuarto año crear microemprendimientos ficticios, enfrentándose a decisiones sobre costos, ingresos y reinversión. “Me di cuenta de que gastar todo en zapatillas no es lo mejor si quiero ahorrar para algo grande”, confesó Sofía, de 15 años, una de las participantes.
 
El sector privado también se suma con fuerza. Bancos como BBVA y Santander ofrecen talleres gratuitos en escuelas, mientras fintech como Ualá y Mercado Pago lanzaron plataformas digitales con juegos interactivos que enseñan conceptos financieros a través de simulaciones. Sin embargo, no todo es color de rosa: la desigualdad en el acceso a estas iniciativas es un obstáculo. Escuelas rurales o de contextos vulnerables suelen quedar fuera por falta de recursos o conectividad, y los docentes, muchas veces sin formación específica, piden más apoyo para integrar estos contenidos.
 
Otro desafío es la resistencia cultural. “En Argentina, hablar de dinero sigue siendo tabú en muchas familias, y eso se traslada a las aulas”, explica Laura Gómez, psicóloga especializada en educación. Para contrarrestarlo, algunos programas incorporan a los padres en talleres conjuntos, buscando alinear los aprendizajes en casa y en la escuela. Además, la reciente desregulación de ciertos servicios financieros, impulsada por el Gobierno de Javier Milei, ha generado un nuevo interés por entender herramientas como billeteras virtuales o criptomonedas, que ya captan la atención de los más jóvenes.
 
El avance de la educación financiera no solo apunta a empoderar a los estudiantes, sino también a transformar la economía a largo plazo. “Un país con ciudadanos financieramente educados es menos vulnerable a las crisis, porque sabe anticiparse y adaptarse”, sostiene Fernández. Con más de 300 escuelas incorporadas al programa en 2025 y un plan para duplicar esa cifra en 2026, Argentina empieza a sembrar las semillas de una relación más saludable con el dinero. Desde aprender a ahorrar en una alcancía hasta entender el riesgo de un plazo fijo, el camino del aula al bolsillo promete ser una revolución silenciosa, pero imparable.

Redacción